Ante la ley
Franz Kafka
El pobre don Pancho
que vive en su rancho
con su mula negra, su vaca barcina,
su perro, su gato, su alegre cochina,
y otros animales de igual condición,
hoy está gimiendo con honda tristeza.
–¿Qué tiene Don Pancho?
¡Dolor de cabeza!
¡Pobrecito Pancho de mi corazón!
—Santos y buenos días —dijo la muerte, y ninguno de los presentes la pudo reconocer. ¡Claro!, venía la parca con su trenza retorcida bajo el sombrero y su mano amarilla al bolsillo.
—Si no molesto —dijo—, quisiera saber dónde vive la señora Francisca.
El pasado 19 y 20 de mayo, algunos aliados de la Fundación nos acompañaron en las entregas de la séptima colección realizadas en veredas del corregimiento de Santa Elena.
Cuando Carolina Tabares tenía 15 años era bibliotecaria y promotora de lectura de Titiribí, el lugar en el que nació. Siempre la emocionaron los libros y los lugares a los que podía llegar a través de ellos, aunque en ese momento no se imaginaba que literalmente terminaría recorriendo todo Antioquia llevando libros hasta los rincones más apartados de su geografía.
Tenía un hermano pequeño, y a nadie más tenía. Hacía mucho tiempo, desde la muerte de sus padres, vivían los dos solos en una playa desierta, rodeada de montañas. Pescaban, cazaban, recogían frutos y se sentían felices.
Durante la semana del 25 al 29 de abril, todo el equipo de trabajo de Secretos para contar estuvo reunido en el municipio de Támesis haciendo parte de una serie de talleres de formación que buscaron reforzar en ellos la filosofía y el espíritu de la Fundación.
En la Alianza ERA queremos reconocer a los maestros rurales que día a día generan cambios a través de sus prácticas pedagógicas.
La tierra es nuestra madre.
El suelo es su piel, las montañas sus huesos,
los árboles y las plantas sus cabellos vivos.
Los pájaros son sus canciones y las piedras sus oídos.
Los animales son sus dedos, los sapos y las culebras su olfato.
Los insectos son sus pensamientos.
Sus sueños son el mar y todos los que en él nadan.
El agua es su sangre, el aire es su aliento.
La luz del sol es el fuego, y el calor de su cuerpo.